Ricardo Lagos

México y Brasil caminan a paso firme

07 de April de 2013

Columna de Ricardo Lagos, publicada en diario Clarín de Argentina

Recientemente, como resultado de algunas actividades académicas, permanecí algunos días en México y Brasil. Una oportunidad para entender por qué estos dos gigantes latinoamericanos están llamando la atención del mundo.

Su crecimiento, la forma como han salido de la crisis económica internacional y sus decisiones recientes los colocan en el centro de los análisis.

En México la nueva administración del presidente Enrique Peña Nieto ha emprendido un conjunto de reformas que para muchos eran muy difíciles.

Comenzó convocando a los tres principales partidos (PRI, el PAN y el PRD) y logró, en un hecho sin precedentes, que sus presidentes se pusieran de acuerdo en un conjunto de cambios indispensables para modernizar las estructuras institucionales, políticas y económicas, así como las políticas sociales de México. Con esa base, ha iniciado la reforma educativa avanzando hacia un sistema donde la calificación y designación de los profesores sea más transparente: la mayoría del país siente que los cambios son ineludibles y comienzan en la sala de clases.

El otro paso lo ha dado en PEMEX, la empresa estatal por excelencia a cargo de la exploración y explotación del petróleo.

Se busca una modernización donde pueda tener presencia el capital privado, al estilo de la brasileña Petrobras que, como dicen los ejecutivos mexicanos, les sirve de modelo. Se quiere aumentar las operaciones. En la política laboral plantea legislar para tener más flexibilidad, y a la vez alcanzar más protección a los trabajadores en este proceso de ajustes. Y ha anunciado el gran acuerdo nacional para mejorar la competitividad en dos áreas donde hay altos grados de concentración económica: las telecomunicaciones y la televisión.

Brasil, tras la siembra de Cardoso y Lula, avanza ahora con un espíritu de fuerte optimismo en el futuro, no obstante que sus cifras de crecimiento económico han sido más modestas en los últimos dos años. Para retomar el crecimiento, l a presidenta Dilma Rousseff se ha embarcado en un ambicioso programa de infraestructura. Por esta vía se busca agilizar y ampliar la demanda interna, porque ésta puede ser un elemento determinante para hacer frente a la disminución de ingresos producto de la crisis económica internacional, particularmente la disminución de importaciones brasileñas desde Europa y Estados Unidos.

Entre otras obras están las grandes represas hídricas: ellas serán las encargadas de crear una matriz energética más limpia, la cual garantice que no se produzcan los cuellos de botella tan comunes en otros países de la región. Por cierto, hay debates, sobre todo cuando se trata de Petrobras y las exigencias que se le hacen para sostener ciertas políticas sociales. Pero lo predominante en las conversaciones es un proyecto país con una agenda de grandes metas.

En este contexto, es importante ver la interacción por estos días de ambos países con China. La presidenta Rousseff se acaba de encontrar con el nuevo mandatario chino, Xi Jinping, en la cumbre de los BRICS en Sudáfrica. Peña Nieto lo hace en una visita oficial a China, participando en el foro de Boao, una cita asiática donde los latinoamericanos del Pacífico van ganando creciente presencia a partir del 2008, cuando Chile abrió la puerta.

Pero ambos países no tienen la misma vinculación con el gigante asiático. Para Brasil, China ha pasado a ser su socio comercial número uno y al 2015 se espera un intercambio de 100.000 millones de dólares entre ambos países. En ese marco, toma fuerza el reciente acuerdo de intercambio de monedas de los bancos centrales de Brasil y China por un valor equivalente a 30.000 millones de dólares, para “facilitar el comercio bilateral entre las dos naciones”. Un paso de autonomía en los escenarios financieros globales y a la vez demostración de que no es indispensable emplear el dólar como moneda internacional de cambio.

Con México las cosas son distintas, pero lo importante es el nuevo diálogo. Como resultado de los aumentos salariales en China, muchas industrias que estaban en ese país comienzan a volver a México. La forma y expansión de la industria mexicana -favorecida con la cercanía al mercado de Estados Unidos, especialmente en el caso de los automóviles- ha significado niveles de crecimiento y de optimismo sobre el futuro inmediato de la economía mexicana que hace mucho tiempo no se veían. China sabe que el comercio con México ha sido muy desfavorable para los mexicanos, pero ahora piensa que tal vez puedan generarse alianzas productivas nuevas. Por ahora, lo principal está en los símbolos políticos: a cuatro meses de haber asumido su cargo, el nuevo presidente mexicano ya está en China.

Dentro de este escenario, la pregunta es: ¿y Estados Unidos?

Es posible que la respuesta esencial pase por un tema clave: la producción energética.

México ya incrementa las exploraciones y explotaciones de nuevos yacimientos, especialmente del gas de profundidad. Pero el gran cambio puede estar en lo que muchos sostienen: Estados Unidos pasará a ser una potencia exportadora de hidrocarburos como consecuencia de las nuevas tecnologías para la extracción del gas de profundidad. Como consecuencia, las exportaciones de petróleo y gas desde América Latina a ese mercado podrán ser mínimas al 2020.

Este es un hecho del cual debemos tomar nota los latinoamericanos.

¿Cuáles serán las estrategias correctas a futuro? Descubrir que aquí existe un mercado interno muy importante. Derrotar la pobreza fue la gran tarea de la última década. Ahora la tarea más importante es satisfacer las demandas de los sectores medios emergentes e impulsar el desarrollo del mercado interno de la región.

Ello pasa, por cierto, por mejorar la distribución del ingreso, articulado todo en una política mayor.

Y allí es donde lo que ocurre en Brasil y México es relevante, pues en estos dos países, mejorar la distribución del ingreso permitiría aumentar el mercado interno y no depender sólo de las exportaciones de bienes y servicios –como hasta ahora- para seguir desarrollándose. Lo que allí ocurra se puede convertir en un referente principal.

Columna de Ricardo Lagos, publicada en diario Clarín de Argentina

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